Los hay más pequeños y más grandes, con más o menos luz natural, cuadrados, rectangulares o incluso en L… Vamos, ¡de todas las formas y tamaños! Pero sea como sea tu salón, aquí tienes los pasos a seguir para sacarle el máximo partido con los muebles, la iluminación, las telas y los materiales
Con muebles grandes. Los pequeños, al contrario de lo que pensamos, ¡lo empequeñecen! Lo mismo ocurre con los suelos de las lamas de madera estrechas o baldosas pequeñas.
La clave para ganar espacio es despejar el salón. ¿Cómo? Con muebles a medida de pared a pared o de suelo a techo en el mismo tono de la pared. Una vitrina o un aparador ayudarán a ganar sitio de almacenaje. Para que entre el máximo de luz evita muebles altos junto a las ventanas.
Hay que empezar por las piezas grandes: el sofá, el mueble de TV y la mesa de centro. Además, hay que tener en cuenta las proporciones y la ubicación de ventanas y radiadores para encontrar el mejor sitio. Una vez colocadas estas piezas en su lugar, pasemos a los detalles más personales: ¿tienes muchos libros? ¿necesitas disponer de muchos asientos? Adapta el espacio a tus necesidades antes de elegir los complementos y los pequeños muebles que completarán el espacio.
En este caso opta por piezas poco profundas y alargadas. Y no te cortes en crear un ambiente auxiliar, como un rincón de lectura o de trabajo. Estos ambientes también encajan en salones en forma de “L”, delimitándolos con un mueble o asientos bajos.
Las naturales siempre funcionan. Las tapicerías de lino y algodón son cálidas en invierno y frescas en verano. El lino crea fundas ligeras y caídas espectaculares en cortinas y estores. Además, gradúa la luz. Para los tapizados es mejor escoger tejidos sin mucha trama. Las alfombras: de algodón o kílims sobre esteras vegetales en verano y, en invierno, de lana y seda.
El color influye muchísimo en la decoración. Lo mejor es optar por una base neutra y serena: techo blanco, paredes claras o tonos suaves que recuerden a la naturaleza en los muebles principales. Y para dar dinamismo apuesta por cojines alegres, lámparas y objetos de diseño.
ara los suelos nada mejor que las tarimas de roble natural o, al menos, que lo imiten bien. Apuesta por acabados matizados con cera, barniz ecológico o ligeramente blanqueado, tostado o grisáceo. Las lamas, a partir de 22 cm de ancho, o en anchos combinados de 22 a 30 cm para dar movimiento. Y, en fincas regias, colocadas en punto de Hungría –en espiga, con un ángulo de 45º–. Pero si tienes la surte de tener un suelo antiguo como un mosaico hidráulico modernista, ¡no lo toques! Intenta recuperarlo pues son auténticas joyas.
Una buena iluminación es fundamental. Y más aún en el salón, el espacio más social de la casa. Pero ojo con abusar de los focos empotrados, pues puede acabar pareciendo una pista de aterrizaje. La luz debe ser indirecta, y se consigue con lámparas de pie, de lectura y de mesa que ambienten en varias direcciones. Si puede ser, de intensidad graduable con reguladores o domótica. Y, sobre todo, ¡cálida!